miércoles, 1 de agosto de 2007

pequeñas grandes desiciones


Todas habían esperado el momento que definiría sus vidas, algunas poco tiempo, otras un tanto más, pero todas concordaban en que era un momento decisivo. No todos los días las orugas tendrían la oportunidad de elegir en qué convertirse. Había varios grupos principales; quienes se convertirían en hermosas mariposas monarcas, quienes se convertirían en polillas y quienes querían ser aves de bello plumaje.
Todas se reían del pequeño grupo que quería ser un ave, porque como bien se sabe, la metamorfosis puede cambiarte de cuerpo, pero no de especie.
Llegó la hora de la reunión con el creador, existía una fila enorme para elegir la transformación, y conforme pasaba el tiempo, la fila sólo se alargaba. Quienes llevaban horas ahí se alegraban de ocupar los primeros lugares a pesar de haber pasado tanto tiempo; quienes recién llegaban se arrepentían de no haber madrugado un poco.
Tristemente, para el pesar de muchos, había un cupo limitado, pues el creador necesitaba diversidad de especies, entonces cuando tuviera suficientes mariposas, nadie más podría convertirse en una. Y para la alegría de algunas, efectivamente, tendrían la oportunidad de convertirse en aves coloridas.
Muchas orugas indecisas no creían realmente importante de qué forma pasar el resto de su vida, pues más que cómo pasarla, creían importante con quién pasarla, por eso elegían lo que alguna de sus amigas decidiera. En todos los grupitos siempre había una cabecita que decidía por las demás. Pero una vez con la noticia de lugares limitados, y la posibilidad de ser aves, muchas empezaron a dudar sobre haber hecho una buena elección. Y movieron a sus grupitos para que las acompañasen a la nueva opción: “siempre y cuando estemos todas juntas”.
Y así terminó la elección, y todas fueron a formar sus respectivos capullos; unas felices por haber elegido lo que deseaban, unas contentas por estar con sus amigas, otras frustradas por haber elegido enteramente por presión social, y otras tantas indiferentes ante su destino. Pero independientemente del estado de ánimo, cada oruga terminó su capullo, y una vez adentro con días enteros en soledad, se dieron cuenta que ahí no tenían amigas, y que despertarían solas ante un mundo totalmente diferente… y algunas lloraron ante el temor de decidir.

2 comentarios:

aRwen dijo...

entonces no deberíamos centrarnos en hacer tantos planes y pensar en nuestra forma futura... tal vez deberíamos pensar en que somos en este preciso instante y centrarnos en este presente...

Anónimo dijo...

la naturaleza dice que los seres nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. Es un ciclo corto, tan breve que no nos damos cuenta que ya pasaron 2 años, 5, 15 .....es un suspiro que no regresa y por lo tanto debemos aprovecharlo; vivir apasionadamente cada instante, luchar por lo que queremos y en lo que creemos, no dejando que la corriente nos arrastre...